EL NIÑO CON EL PIJAMA DE RAYAS
25 de Julio de 2008, tarde calurosa, entre mis manos un nuevo libro, El niño con el pijama de rayas. Tras haber escuchado opiniones muy favorables acerca de él me adentro en su lectura. ¿Resulta tan especial esta novela? ¿Tanta emoción suscita? ¿De verdad es inolvidable?
Bruno, un niño de 9 años, es hijo de un comandante nazi que es destinado a dirigir el campo de concentración de Auschwitz. El niño pasará de una vida tranquila en Berlín, en una casa estupenda, con unos amigos para toda la vida y rodeado de seres queridos; a vivir junto a la alambrada del campo de concentración con su hermana, su padre, su madre y la criada. Desde la ventana de su habitación, divisa a lo lejos a muchos hombres y niños, todos con pijama de rayas. Esto llama la atención en Bruno e intenta averiguar sobre ellos, pero nadie consigue darle una explicación convincente.
El aburrimiento que le proporciona su nueva vida y sus ganas de explorar lo llevan a escaparse buscando alguna aventura, algún amigo, hasta que lo consigue. Conoce a Samuel (el niño con el pijama de rayas) en un punto de la alambrada que ha conseguido mantenerse a salvo de las miradas de los soldados. Entre ellos, surge una amistad, que les lleva a acabar juntos al final de la novela, al mismo lado de la alambrada, no diré en cuál por si alguno se anima a leerlo.
Lo más característico de la novela es la ingenuidad del protagonista, Bruno. Quizá por ello me parezca que la novela está más bien orientada a un lector muy juvenil, pero no infantil. Creo que lo que más me ha alejado de la novela era no creerme que el niño no se diera cuenta de todo lo que pasa a su alrededor, por pocos años que tenga. Pero por otro lado la historia me conmueve. La amistad que se traba entre Samuel y Bruno sin duda es un ejemplo de que la amistad traspasa fronteras, y en este caso, literalmente.
Decir que El niño con el pijama de rayas trata un tema tan trascendente y doloroso en nuestra historia como el Holocausto judío.
El Holocausto fue la persecución y asesinato de judíos por parte del gobierno nazi. Fue fríamente calculado y aniquiló a millones de seres humanos en los campos de concentración. Los judíos fueron sometidos a un estado casi animal y a la más espantosa degradación moral y física, y tanto niños, como hombres y mujeres fueron torturados y puestos a morir en las cámaras de gas por el solo hecho de pertenecer a una raza considerada inferior o de sostener creencias religiosas o políticas antagónicas a las de la supuesta "raza superior".
...REFLEXIÓN…
A lo largo de la historia de la Humanidad nos hemos encontrado por desgracia situaciones de guerra, conflictos, genocidios… cuyas causas (o más bien diría excusas) han sido la distinta raza, religión, cultura, ideología política, económica. He dicho que son excusas porque en realidad, todas esas situaciones, que aún prevalecen, son resultado del egoísmo, egocentrismo y ansias de poder de líderes de países, líderes religiosos… que, o bien en su época, o bien ahora pensaban (y piensan) que su cultura, ideas, raza… son “superiores”. Realmente, ninguna causa es lo suficientemente grande para desencadenar un conflicto, ni mucho menos un exterminio tan atroz como fue el Holocausto Judío.
Lejos del Holocausto judío, y muy cerca del mundo actual en el que vivimos nos encontramos situaciones que nos hacen plantearnos si somos o no somos egoístas; si pensamos que nuestra raza y cultura es “superior” a la de otros. Tampoco hace falta que nos vayamos a países en guerra para ver si somos o no tolerantes; simplemente hay que mirar al compañero que tenemos al lado, que puede ser de otra cultura, religión, país… ¿Lo respetamos? ¿Queremos ser amigo suyo?
En la novela de Boyne, podemos apreciar el valor de la amistad elevado a su máximo exponente. Descubrimos que la amistad va más allá de razas, ideas y religión. Quizá la amistad entre nuestros protagonistas fue posible gracias a que ninguno conocía la procedencia social del otro, y a que vivían en la ignorancia, al margen de lo que pasaba en su tiempo. Pero, ¿hay que vivir en la ignorancia para poder arrimarnos a un “diferente a nosotros”? ¿Es que acaso no somos todos IGUALES?
RAQUEL BALMASEDA SOLERA